RESTRICCIONES Y ADAPTACIONES PARA CONDUCIR
EN DEFENSA DE NUESTROS ABUELOS

A lo largo de mis años como profesional, y concretamente en la faceta de los reconocimientos médicos para conducir, me han preguntado muchas veces si el Sr. “PÉREZ” o la Sra. “GARCÍA” estaban aptos para conducir.

Es evidente que mi secreto profesional, que siempre he llevado a cabo escrupulosamente, me impide hacer ningún tipo de comentario acerca de ninguna persona, y también es evidente que nunca respondí ni responderé directamente a ninguna de estas preguntas.
Eso sí, lo cortés no quita lo valiente, y en muchas ocasiones he respondido de forma general, aclarándole a mis interlocutores algunas de las opciones que el reglamento de conductores establece en materia de restricciones y adaptaciones para aquellas personas que “no están al 100 %”.

Así las cosas, a más de uno le habré respondido algo así:
¿Sabes que el médico puede limitar los años de validez del permiso?
¿Sabes que el médico puede limitar la velocidad máxima a la que puedes circular?
¿Sabes que el médico te puede limitar para no conducir de noche?
¿Sabes que el médico te puede limitar que entres en autovías y vías rápidas?
¿Sabes que el médico te puede limitar a que no te alejes más de 20 km. de tu lugar de residencia?
¿Sabes que el médico te puede obligar a conducir acompañado?
¿Sabes que aunque esa persona lleve muletas, una vez sentado en su coche conduce mejor que tú?
¿Sabes que esa persona afectado de una limitación lleva un embrague automático y no necesita la pierna izquierda para conducir?
¿Sabes que hay muchas adaptaciones más?

Y resulta que estas respuestas contestaron sobradamente a todos aquellos que me preguntaron por el Sr. “PÉREZ” o la Sra. “GARCÍA”, que amparándose en cierta “amistad o confianza”, preguntaban precisamente con toda la desconfianza hacia mi trabajo, o al menos así puede interpretarse.
Una vez más se viene a demostrar que las cosas no son como parecen, muchas veces porque nos resulta mucho más cómodo cuestionar a los profesionales (o a cualquiera), que pararnos a pensar por un momento si pudieran existir estas adaptaciones o restricciones, que en la mayoría de casos sólo conocen los que las llevan y sus allegados.

Pues sí, querido lector, querido amigo, mi vecino, el Sr. “PÉREZ”, con 83 años de edad, con una artrosis en la pierna izquierda que le impide casi caminar, que va por la calle con sus muletas, está autorizado por mí, “ese médico malo que le da el carnet a los viejos” a poder coger su coche automático durante el día, y sin meterse por la autovía, para poder ir a la finca que tiene en El Palomar, y a 60 km por hora de velocidad máxima, durante el próximo año. (porque en muchas ocasiones ese paseíto es “su vida”, y los médicos, aunque seamos malos, debemos ayudar a dar vida).

Y puede que alguna vez te hayas cruzado con él, o lo hayas adelantado, y puede que hasta le hayas pitado o incluso abroncado por ir despacio… y de nuevo te volviste a equivocar… porque en cualquier caso, la “culpa de esa velocidad lenta” es mía, sí mía, y resulta que ese Sr. al que tu llamas “viejo” precisamente respeta las normas de circulación de la carretera o que yo le impuse, cosa que tu no haces cuando llegas al límite de 40 km por hora que te encuentras en cualquier carretera, o cuando me pasas rozando en mis paseos con bicicleta, sin respetar el 1,5 metros ni a medias.

Así que cuídate, querido amigo, cuídate para que también llegues a tener 83, y que vengas a que yo te renueve el carnet (éste médico malo que da el carnet a los viejos, si aún puedo), porque quiero ver tu cara de humildad, incluso de miedo, tus movimientos ya algo lentos, y con tu mirada y pensamiento puestos en mi por si encuentro algo “raro” que te impida volver a coger tu coche para ir a tu finca del El Palomar a regar tus plantas. Estoy seguro que si tienes esa oportunidad, será porque tu mente y tus funciones están bien, y entonces es posible que recuerdes y comprendas algunas de las cosas que aquí están escritas… Pero no te preocupes, que entonces no seré ya un médico malo, seré un médico de los buenos, y “te daré tu carné”.

Hasta entonces, antes de criticar y pensar mal de nadie, trata de informarte, porque así lo que dices o lo que piensas tendrá alguna razón de ser.
Y yo seguiré siendo bueno o malo, pero no por mis habilidades profesionales, sino por la edad de quien observa mis acciones. Y yo seguiré siendo yo, igual de bueno o igual de malo, con independencia de tus opiniones hacia mí, porque la calidad reside en hacer siempre lo correcto, aunque nadie esté mirando.

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